Déjame contarte que hace un
tiempo cualquiera valía más que yo. Cualquiera era superior a mí, incluso aquel
dominante, prepotente, inseguro de si mismo… tenía más valor que yo. Claro que
eso solo estaba en mis pensamientos, pues la única realidad es que nadie…
absolutamente nadie tiene más valor que yo. Todos y cada uno de los seres
humanos que habitamos nuestro planeta tenemos los mismos derechos, las mismas
oportunidades y el mismo valor ante los ojos de Dios. Somos nosotros mismos
quienes nos negamos a creerlo. A mí me llevó mucho tiempo entenderlo. ¿Por qué?
No tengo idea… Solo sé que un buen día desee ponerle un orden a mi vida, y de
pronto sin más… todo se fue dando… Salir de mi área de confort no ha sido nada
fácil… Pero la satisfacción de saberme capaz de salir avante ante las
adversidades me da fuerzas para seguir… Una vez más me repito a mi misma… “los
mayores obstáculos para triunfar los ponemos nosotros mismos”… Hoy me he
rescatado y depende de mí reconocer mi valor y darme a valer… Si yo puedo tú también…
No permitas que nadie pase por encima de ti. Reconoce que eres un ser especial
creado a imagen y semejanza de aquel por quien todo fue hecho… y siendo así
nuestra similitud con Dios ¿ya tienes idea de cuál es tu valor?
martes, 5 de junio de 2012
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